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La educación y la cultura durate el régimen peronista: Las organizaciones estudiantiles

Las organizaciones estudiantiles

A la vez que se propuso la dictadura organizar a los docentes, intentó hacer lo propio con los estudiantes secundarios y universitarios.
Ninguna de esas organizaciones alcanzó como la UES –Unión de Estudiantes Secundarios- tan vasta repercusión en el país.
El motivo espurio que originó su creación fue revelado por el ministro Méndez San Martín el día que llamó a los primeros profesores para poner en funcionamiento la organización “Proporcionar atracciones al presidente que acaba de perder a su esposa”. Pero tuvo también propósitos políticos, puesto que el estatuto de la UES establece que sus fines son, entre otros, los de “inculcar el concepto de responsabilidad y respeto mutuo dentro de la doctrina nacional justicialista” y “Propender el conocimiento a fondo de la doctrina nacional”. Cierto es que también expresa ese estatuto que “La Unión de Estudiantes Secundarios no sustenta diferencias de razas ni de religiones como así tampoco posición política de ninguna clase”, pero a continuación agrega: “De manera alguna busca satisfacer aspiraciones que atenten contra la seguridad de la Nación y estén contra la Doctrina Nacional.”
Se confirman esos propósitos políticos en el artículo inicial de la revista UES, donde se dice “Nuestra misión tiene esencia y continente en la doctrina nacional. Y nuestra guía, el maestro creador de esa doctrina, Perón, es quien ha marcado ya la ruta libre de contingencias espurias… El ámbito del aula es –será así siempre en adelante- un calco, una misma instancia con el ámbito societario total organizado en la égida de la Doctrina Nacional del maestro Perón… Esta revista quiere entroncar en toda la patria la voz cálida, el afán nacional, el trabajo persistente de la juventud en procura de los grandes objetivos de la doctrina del líder.”
La marcha de la UES también expresa su orientación política. En la 4ª estrofa dice:
“La juventud
con decisión
sigue la ruta señalada por Perón.”


En la 5ª estrofa:

“La UES a su meta se encamina
y firme su promesa va a cumplir:
con fe de peronista y argentina…”

En la 6ª estrofa:

“La juventud
hoy es acción
porque ahora tiene que cumplir una misión.”

Y en la 8ª estrofa dice:
“Con paso decidido y bien seguro
penetra en el camino del futuro
y siente arder
su corazón
con esa llama luminosa de Perón.”

El nombre de Perón aparecía en el frente de los edificios, y sus lemas, emblemas, retratos, etcétera, estaban fijados en todos los lugares. En los actos de la institución se cantaba la marcha “Los muchachos peronistas” y en sus locales se distribuían los distintivos partidarios. Los jóvenes de ambas ramas de la UES –masculina y femenina, como las del partido oficial- debían concurrir a las concentraciones políticas de la Plaza de Mayo, y después de los acontecimientos del 31 de agosto de 1955 cubrieron con leyendas las paredes de la ciudad en adhesión a Perón. La pintura les fue suministrada en sus respectivos locales, y en el de la rama masculina por su mismo presidente.
No es necesario abundar en otros detalles. Los mencionados bastan para evidenciar la tendencia netamente política de la institución. “Fue una política personalista y no de partido, y la adhesión de los jóvenes estudiantes se intentó con los mismos procedimientos que se aplicaban para la conquista de la masa. Se buscó cautivarlos emocionalmente con la mística del redentor y en ningún momento se trató de lograr un reconocimiento y aceptación racionales de principios y programas”, -afirma la Subcomisión que ha investigado las actividades de la UES.
Dado su origen y propósito, la UES no fue una institución estudiantil libre, sino un órgano del Estado, con personal y profesores dependientes del Ministerio de Educación. A pesar de lo cual, se decía a los estudiantes, con seductora frase, que la UES les pertenecía y debía ser manejada por ellos (1).
La Subcomisión mencionada ha trazado en su informe un cuadro vívido de lo que ha sido. De él hemos tomado las noticias precedentes y las que siguen, empleando muchas veces sus propias palabras.
El dictador concedió a la UES recursos desmedidos con las posibilidades del país. En sus tres años de vida costó más de 240 millones de pesos aproximadamente (2), y los siete números de la revista UES, 232.728 pesos. Había que hacer la cosa en grande para deslumbrar a argentinos y extranjeros.
Todo en la UES convergía sobre la figura del dictador. Allí lo era todo: el más grande, el más puro, el más sabio, el primero, el único, el superhombre. Nada había imposible para él, ningún problema le era grande si se empeñaba en resolverlo.
“El avasallador influyo de la presencia, y en su ausencia, sus frases estampadas en todas las paredes, su nombre repetido constantemente, sus retratos, su poder casi mágico que flotaba en el ambiente, contribuían a la formación del mito Perón. Pero Perón y la UES se identificaron y el mito de Perón se hizo el mito de la UES. La UES tanía que ser inigualable e invencible. Las trayectorias de Perón y la UES debían forzosamente ser una serie ininterrumpida de triunfos. Superar y derrotar a la UES era superar y derrotar a Perón, destruyendo el mito. Eso era inadmisible y la UES debió ser un permanente éxito para demostrar la supremacía de Perón”
También señala el informe de la Subcomisión el ambiente de ostentosa e ilimitada prodigalidad que dominaba en la UES. “Pero esta largueza falazmente presentada como desinteresada encubría el inconfesable propósito de lograr una rápida conquista de los estudiantes. Esta despreciable maniobra condujo a los jóvenes, y esta es quizá su más grave consecuencia, a una desviada concepción de la vida y de la conducta, al mostrar la posibilidad de obtenerlo todo sin esfuerzo alguno, despreocupadamente y por camino fácil. Se instauró de esta manera una filosofía hedonista y sensual y se corrompió y extravió a los jóvenes con ingentes regalías. Muchos de ellos solo concurrían con el interesado fin de obtener alguna ventaja de esa inagotable cornucopia; otros se dedicaron afanosamente a las actividades deportivas preferidas por el ex mandatario para obtener los valiosos premios que sólo allí podían lograrse.”
Agrega el referido informe: “Perón utilizó desaprensivamente la crisis de ruptura con lo tradicional y establecido, y el impetuoso impulso de revisión y renovación propios de la adolescencia para iniciar a los jóvenes a quebrar las normas de nuestra cultura, a desbaratar su ordenamiento, a subvertir su jerarquía de valores y al desprecio por sus instituciones y autoridades. Movió a la rebeldía contra padres y maestros, estimuló el menosprecio por lo ordenado y sistemático, por la disciplina, la responsabilidad y el deber. Pero sus posibilidades sólo alcanzaron a desarticular y desmontar las estructuras existentes y no fue capaz de crear nada sólido y coherente para reemplazar lo abatido y repudiado. De esta manera llevó la confusión y el desconcierto a las mentes juveniles. Le ocurrió así lo que al aprendiz de mago (3); las fuerzas desatadas quedaron en incontrolada libertad. El móvil primero de esta maniobra, que puso en abierta pugna a los jóvenes con la generación adulta –sostenedora de la cultura y por tanto de sus aspectos normativos y de jerarquización- fue sustituir todo y a todos por su omnímoda, omnisapiente y omnipotente persona.”
El ambiente incontrolado de la UES permitía los excesos juveniles. El dictador no les daba importancia. Al inaugurar el túnel que unía a las instalaciones de la quinta presidencial con el sector Balneario y Náutica de Olivos dijo Perón: “Esos que crecen y viven de la mano de la madre, cuando les falta ese apoyo so saben qué es lo que tienen que hacer. Hay que independizarse de esa tutela que reduce el carácter y hace timoratos a los hombres y a las mujeres”… “Ninguna persona es inmoral si tiene carácter y no quiere ser inmoral. Algunos creen que la moralidad consiste en no conocer la inmoralidad. El que no conoce la inmoralidad es un estúpido. El moral es el que la conoce y no la comete porque no quiere.” (Revista UES, año I, Nº 2, página 4 y 5).
No es extraño, por consiguiente, que en una oportunidad manifestara a un muchacho a quien había prometido un viaje a Alemania, que la mejor manera de aprender alemán era convivir con una alemana y a continuación le relatara sus propias experiencias y aventuras, destacando la superioridad de la mujer alemana a la francesa.
Ni tampoco es de sorprenderse que en los veranos de los estudiantes en Rio III, Chapadmalal y Bariloche se produjeron actos de inconducta que desprestigiaron justamente a la institución y pusieron en tela de juicio la moralidad y buen nombre de aquellos.
A estos sucesos debemos agregar el menoscabo en que se tuvo a los profesores y el desdén por la disciplina en todo lo que tenía relación con las actividades de la UES. Esta situación anormal creó el desorden y provocó situaciones irregulares y evidentes privilegios para los dirigentes y más conspicuos miembros de esa entidad. Los directores y rectores no podían tomar medidas disciplinarias contra los alumnos que no cumplieran los horarios por demorarse en la UES. La directora de la Escuela Normal Nº 6 tomó medidas de esta naturaleza y por orden del ex ministro de Educación debió dejarlas sin efecto.
El informe de la Subcomisión Investigadora de la UES termina con estas palabras que sintetizan su juicio y que creemos oportuno reproducir:
“Empleando también la UES su política, Perón aprovechó el ansia de poder, que es otra de las notas propias de la adolescencia, y les confirió la fuerza y un amplio respaldo a toda sus acciones. Además, él mismo les sirvió de ejemplo con su arbitrariedad, prepotencia, abuso de autoridad y desdén por toda legalidad.
“La suma del poder discrecional crea alrededor del tirano un campo de círculos concéntricos en el que se ordenan los adictos de acuerdo con el grado de favor que gozan, donde juegan, en oculta y oscura lucha, las más bajas y despreciables pasiones y apetitos humanos y se utilizan los más indignos recursos para penetrar en el ámbito de los más próximos. Los jóvenes en la UES tuvieron ante si y bien de cerca ese inmoral ejemplo de vida y de conducta deslumbrados por el oropel que disfrazaba esta ominosa miseria humana, aprendieron y utilizaron, algunos con ingenua fe y otros con malicia y astucia, los procedimientos imperantes: la adulación y el servilismo, la amenaza y la delación.
“De esta manera, las excesivas atribuciones y el poder que se les confirió, además de la general aceptación con que podían utilizar los recursos señalados, hicieron de los dirigentes de la UES tiranos en potencia, que amenazaron, delataron, exigieron reconocimiento y acatamiento a su voluntad, con singular osadía e insolencia.
“Todos estos hechos prueban de una manera incuestionable que la UES no fue una organización al servicio de la juventud sino al servicio de Perón; que no fue una organización estudiantil sino un órgano de propaganda del Estado; que en ella buscó Perón, por una parte, esparcimiento, satisfacción de su vanidad y placer y, por otra, una incondicionada y total adhesión a su persona; que Perón creó demagógicamente un clima propicio para la conquista de los jóvenes, deslumbrados con una ilimitada prodigalidad, incitándolos a la rebeldía contra instituciones, normas y valores de nuestra cultura y colocándolos en pugna contra padres y maestros para erigirse en único y supremo guía y, finalmente, concediéndoles poder y total respaldo a sus acciones; que Perón utilizó el deporte como recurso fundamental para lograr sus objetivos personales y que este fue desvirtuado y constituyó un elemento corruptor de la juventud.
“Todo esto determinó la desviación moral de un amplio sector de la masa estudiantil, una subversión de jerarquías y valores, el menoscabo de padres y educadores, un grave trastorno para la educación, la desorganización de la escuela y la corrupción del deporte juvenil”.
Otra organización estudiantil fue la CGU (Confederación General Universitaria), creada con el propósito de enfrentar a la FUBA (Federación Universitaria de Buenos Aires) y a la FUA (Federación Universitaria Argentina), ambas –en ese tiempo- de tan firme y valiente tendencia democrática, que constituyeron uno de los primeros grupos alzados no solo contra las demasías de la dictadura peronista sino de los gobiernos de facto que la precedieron. Muchos de sus dirigentes y afiliados conocieron cárceles y destierro, sufrieron horribles torturas y fueron expulsados de las facultades donde estudiaban. Nada, sin embargo, los arredró. Unos sucedían a los otros en los claustros universitarios; pertenecían a todos los sectores de la población, aún a los más humildes; dispares eran sus tendencias partidarias, pero se igualaban en el fervor democrático y en la activa militancia.
El dictador los detestaba y temía. Inútil le era procurar atraerlos, como a los inexpertos estudiantes secundarios, con algo que se pareciera a la UES. No lo conseguía.
Concibió entonces la CGU, “agrupamiento gremial de dirigentes estudiantiles”, según lo calificaba el “Comando General de la Casa de Gobierno”. Sus funciones eran las de “continuar intensamente su prédica justicialista, su acción proselitista y su actividad vigilante ante los elementos que en conexión con los partidos políticos de la oposición, tratan de desarrollar una campaña subversiva y disolvente contra el orden y la disciplina que deben imperar en las casas de estudio”.
En realidad, la CGU fue una fuerza de choque de la dictadura peronista. Mezclados a unos pocos estudiantes actuaban en ella matones a sueldo, que sólo asomaban en las facultades cuando se creía necesario golpear a presuntos revoltosos.
Gozaba la CGU de privilegiada posición con respecto a las autoridades docentes. Sus pedidos eran órdenes. Disponía, además, de fondos cuantiosos proporcionados por las universidades a requerimiento del Ministerio de Educación. A ese efecto se abrió una cuenta especial titulada “Benefactores del estudiante argentino”, la cual debía ser administrada por un “Consejo Asesor Honorario”. Los importes ingresados en el curso de tres años ascendieron a cerca de $ 8.900.000.-, cantidad de la que el referido consejo dispuso la mitad ajustándose a las normas legales. No se tardó en considerar que el trámite de las inversiones no era suficientemente “ágil”, y en virtud de ello se optó por entregar los fondos directamente a la CGU, entidad que, según la investigación realizada, “no ha rendido cuentas de la inversión de pesos 2.490.409,88.-, que no ha podido aportar pruebas del pertinente registro contable, y que por otra parte estaba exenta de todo contralor”.
NOTAS:
(1) Revista UES, año 1, Nº 1, página 12 idem año 2 Nº 6, página 20.
(2) Frente a esta cifra –dice la Comisión Investigadora Nº 4- es oportuno recordar que para la “conservación y refección de edificios fiscales del Ministerio de Educación e toda la República, se asignan cuatro millones en 1951, dos millones en 1952 y veinte millones anuales a partir de 1953. Y la mayoría conoce el estado en que se encuentran esos edificios”. Un decreto de 1954 declaró de “urgencia las obras, trabajos y adquisiciones con destino a la UES” y delegó en el Ministerio de Educación las facultades y obligaciones emergentes de la ley 13.064. “Segregada la UES del contralor directo de la Dirección General de Administración y sus técnicos, descentralizados sus servicios, la anarquía más absoluta y el discrecionalismo fueron sus características.” Basta decir que el 85% de los comprobantes de la Caja ha sido observado, que no existen constancias de haberse practicado inspección alguna en la administración de los campos, ni tampoco hay inventarios de los mismos.
(6) Ver la película de Wald Disney “Fantasía” (Nota del transcriptor)

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