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¿Por qué el kirchnerismo se basa en autores anti-liberales y nazis?

Reinhart Koselleck y Quentin Skinner, dos de los principales teóricos de la historia de las ideas del siglo XX, sostendrán que los conceptos políticos no se pueden entender si no es vinculados a sus opuestos y al contexto, no sólo fáctico sino que también semántico, que los vio nacer. Para entender el Peronismo, habría que considerar a sus “enemigos”. El Peronismo, puede ser entendido como un movimiento, si bien no exclusivamente, en esencia anti-liberal.
El liberalismo parte de una idea de la legitimización del ejercicio del poder por medio de instituciones imparciales basadas en la ley, frente a la cual todos son iguales, y cuyo objetivo es garantizar derechos individuales y normar el Estado para evitar posibles abusos de él. El Estado es un garante de ese orden, que lo limita a él mismo. De igual forma, la propiedad privada y la iniciativa económica, son elementos propios de ésta doctrina.
Por el contrario, el Peronismo se fundará como una ideología dirigista, donde la legitimización del poder descansará en la imagen del líder, una idea de representación, casi mítica, de la argentinidad y una comprensión del mismo movimiento como uno de masas capaz de encarnar al “pueblo” como un solo sujeto. Por eso, inclusive, cuando el Peronismo se ha encontrado casi con el monopolio del poder como movimiento, discursivamente, siempre se plantea como si fuese “oposición”. Son otros quienes ostentan el poder y los poderosos, y ellos son quienes les combaten en representación del pueblo argentino. De igual forma el carácter de la argentinidad siempre se entiende como opuesta a enemigos externos, aliados de los internos.
Es en esa retórica peronista donde se debe entender tanto el papel que ha jugado el sindicalismo como la forma que toma el Estado. Éste último pasa a ser, no un garante de la ley y su aplicación, sino un encargado de la “felicidad de los argentinos” y un activista contra las elites.
Cabe preguntarse qué elementos son reconocibles hoy en día entre el peronismo de Perón y el kirchnerismo. Sin duda el personalismo. Son fetichistas del líder. Basta ver la devoción al cadáver de Evita y las reacciones funerarias a Kirchner. El peronismo y el kirchnerismo se plantean como un caudillismo post mórtem.
De igual forma el kirchnerismo, desde un punto de vista retórico, posee ciertas características mesiánicas de redención social, económica y nacional. El discurso ubica a los enemigos del gobierno, no como opositores, sino como anti-argentinos. La economía de mercado (aunque se le aplique) como la enemiga de los necesitados. Existe en el kirchnerismo el mismo déficit de respeto a las instituciones liberales que en Perón. Es una corriente basada en el voluntarismo del líder, la maniobra detrás de bambalinas y la generación de enemigos.
Pocos políticos han sido alumnos tan aventajados de Carl Schmitt como Néstor Kirchner: la política se construye bajo una lógica de “amigo”-“enemigo”. Schmitt, uno de los grandes juristas del siglo XX y padre de la articulación legislativa del III Reich, marcará el pensamiento político con la idea de: una comunidad política unida por tradiciones y valores basada en la amistad, enfrentada a un enemigo común y donde la voluntad del pueblo y el soberano se hacen una sola. El gran enemigo: el liberalismo y la modernidad que representa.

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